Un rectángulo volcánico que se extiende por una superficie aproximada de 5.000 km.2

La comarca del Campo de Calatrava, situada en el corazón de la provincia de Ciudad Real, constituye una de los espacios más singulares y desconocidos de España.

A diferencia de otras comarcas manchegas, de naturaleza absolutamente llana como el Campo de San Juan, o abruptas como los Montes de Toledo o el maravilloso conjunto serrano del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, se caracteriza sin embargo nuestro Campo de Calatrava por un relieve heterogéneo donde tienen cabida paisajes ondulados de enorme belleza que alternan grandes extensiones de llanuras dedicadas a los cultivos del olivo, el viñedo y el cereal, con un conjunto de pequeñas y hermosas serranías que dotan a la comarca de una personalidad propia y muy característica. El nexo de unión de este armonioso conjunto natural, sorprendente para quien no lo conozca, lo da su inusual origen volcánico, un hecho diferencial muy poco habitual en la Península Ibérica y, en algunos aspectos, único en Europa Occidental.

El gran rectángulo volcánico de Calatrava, que se extiende por una superficie aproximada de 5.000 km.2, con vértices en la Sierra de Puertollano, la Sierra del Moral, la Sierra de la Virgen y la localidad de Piedrabuena, constituye el corazón de esta pequeña comarca manchega cuyos límites geográficos se solapan con unos límites históricos mucho más extensos, los cuales vienen asociados al viejo poderío de Calatrava, Orden Militar española cuya influencia se extendía por la mayor parte de la provincia de Ciudad Real y por grandes zonas del norte de la provincia de Jaén. En este singular territorio calatraveño se han contabilizado más de 500 asomos volcánicos cuyo origen se halla en la orogenia Alpina y en el ascenso a la superficie de magmas basálticos con una antigüedad de entre 8 y 1 millón de años (periodos Terciario y Cuaternario), aunque algunas de sus manifestaciones han llegado hasta tiempos geológicamente muy recientes como la última erupción volcánica registrada en el Campo de Calatrava, sucedida en el Volcán Columba hace unos 5.000 años y que se encuentra en las cercanías del bello pueblo de Granátula de Calatrava.

Otro registro de la actividad volcánica de nuestra comarca viene atestiguado en las Relaciones Topográficas de Felipe II, fechadas en 1575, donde se recoge el siguiente texto referente a la encuesta realizada en el pueblo de Valenzuela de Calatrava: “… a la vista deste pueblo esta un cerro que llaman el Cerro de la Sima, donde por entre unas peñas guifeñas salen unas flamas calientes a manera de como cuando se ha quemado una calera, que ya no sale ni humo ni llama, sino que está mostrando el fuego que hay dentro, el cual calor sale por entre las dichas peñas, oliendo alcrivite de cuando en cuando, como quien lo tira con cohetes…”. Sorprende, e inquieta, que todavía hoy en día podamos acceder hasta la cueva de La Sima y contemplar los gases que desprende este edificio tan singular, la única fumarola activa en toda Europa Continental.

“... a la vista deste pueblo esta un cerro que llaman el Cerro de la Sima, donde por entre unas peñas guifeñas salen unas flamas calientes a manera de como cuando se ha quemado una calera, que ya no sale ni humo ni llama, sino que está mostrando el fuego que hay dentro, el cual calor sale por entre las dichas peñas, oliendo alcrivite de cuando en cuando, como quien lo tira con cohetes...”

Relaciones Topográficas de Felipe II1575

Otras muchas manifestaciones volcánicas son percibidas, aún hoy en día, por todo el Campo de Calatrava en forma de manantiales termales o ferruginosos, como los de Puertollano, Aldea del Rey, Corral de Calatrava, Pozuelo de Calatrava, Calzada de Calatrava, Granátula de Calatrava, Valenzuela de Calatrava, Villar del Pozo o los Hervideros de Fuensanta, muchos de los cuales sirvieron como balnearios decimonónicos hoy abandonados a su suerte. No faltan por tanto los ejemplos del vulcanismo calatravo, y el visitante del siglo XXI puede recorrer sin temor estos campos de bella factura y disfrutar con unos parajes modelados por fuerzas telúricas donde todavía puede encontrarse con la sorpresa de un enorme cono volcánico, de una perfecta colada basáltica o de un bellísimo “maar”, depresión explosiva capaz de albergar hermosas y efímeras lagunas estacionales como las de Michos, la Posadilla, la Alberquilla o la almagreña de Cervera.

Vicente Malagón

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